Es el segundo mes de los doce meses del calendario hebreo, desde que lo computo desde Nisan. Este mes es llamado mes de Ziv (resplandor); está ligado a la luz y es conocido como el mes de la curación (natural) por su sigla dada: Yo soy YHVH, tu curador (Éxodo 15:26).
Dentro de este mes, en un contexto espiritual, es un periodo de conexión y preparación entre la redención de Pesaj y la entrega de la Tora en Shavuot; no ocurrió en Iyar la entrega de la Tora ni la redención, sino que es un mes intermedio que ayuda a conectar ambos puntos de redención mesiánica y esta conexión se lleva a cabo a través del conteo del omer (sefira HaOmer), donde al constar se logra conectar los dos extremos entre el cuerpo y el alma, la materia y el espíritu; siendo el medio para lograr una verdadera redención que se completa con el recibimiento de la Tora.
Iyar busca conectar el cuerpo, la materia que es lo pasajero, con lo transcendental que es el alma, el espíritu, y es por lo cual se considera a Iyar un tiempo para la preparación de las cualidades (midot) del alma en sus niveles nefesh, ruaj y neshama, así aprender sobre la moral y la ética que Hashem anhela antes de entregar la Tora.
Este mes de luz y resplandor es donde el pueblo de Israel lo llama Iyar, que deriva del acadio y significa luz, pero bíblicamente es Ziv, que también significa resplandor, y este mes pertenece a la tribu de Isacar, conocida por ser entendida en los tiempos (1 Crónicas 12:32), y dicen las escrituras que durante este mes fueron puestos los cimientos del templo de Salomón (1 Reyes 6:37).
Las letras creadoras de este mes son la pei de valor 80 y la letra Vav (ו) de valor 6, cuya suma nos da 86, el valor numérico de uno de los nombres divinos, Elohim; siendo la letra Vav creadora de la constelación de Tauro y la letra pei (פ), la creadora del planeta Venus, las cuales juntas son las vasijas creadoras de este mes, conocido como el mes de la curación. Su sefirot es Netzaj, su piedra, zafiro.
El mes de Iyar es como entrar en un proceso de alineación interior con el diseño de nuestra alma; es volver a la luz donde no hay enfermedad ni fragmentación, solo unidad, claridad y propósito. Es el arte de sanar en silencio, es volver al equilibrio emocional, es confiar aun sin tener respuesta, ya que sanar es también aceptar aquello que no podemos cambiar, siendo el silencio y la constancia herramientas clave en este mes para la transformación. Y es que no todo crecimiento se ve, pero sí cuenta, y es que, en vez de curar de golpe y hacer ruido, trabaja a tu ritmo con la misma naturaleza.
Feliz mes de Iyar.